Una de las doctrinas más importante y más controversiales hoy en día
es la del “arrebatamiento de la iglesia”, o también conocida como el
Rapto de la Iglesia.
Esta doctrina no fue revelada bajo el Antiguo Testamento, donde
solo se conocía que habría una resurrección de los muertos (Isaías
26:19), pero el arrebatamiento de la iglesia fue una revelación que solo
le fue dada al apóstol Pablo (I Corintios 15:51-53; I Tesalonicenses
4:16-17).
Pablo menciona que el arrebatamiento de la iglesia fue un
“misterio” que solo le fue revelado a él y que este misterio consistía
en saber que... “no todos dormiremos (moriremos físicamente), pero todos
seremos transformados”.
En otras palabras, no todos los cristianos gustaremos lo que es
morir, pues habrá una generación que en un parpadeo, en una fracción de
segundo sus cuerpos serán transformados en cuerpos glorificados para
reunirse con el Señor en el aire.
En este momento millones de personas desaparecerán del planeta tierra súbitamente.
La Biblia nos enseña que la palabra que se usa para morir,
“dormir”, no significa entrar en un estado de inconciencia, pues aunque
al morir el cuerpo quedará inerte y será convertido en polvo, el alma y
el espíritu siguen con vida conciente (Génesis 35:18,29; 2 Corintios
5:8; 2 Pedro 1:13-14; Apocalipsis 6:9-11).
En otras palabras, si tu mueres el día de hoy, tu cuerpo será
enterrado o cremado (no importa lo que le suceda a tu cuerpo), pero tu
alma y espíritu saldrán de el para partir inmediatamente al cielo, donde
se te dará un cuerpo temporal esperando la resurrección de los muertos
(Apocalipsis 6:9-11; 7:9).
Cuando venga Cristo para arrebatar a su iglesia traerá las
almas y espíritus de todos los que durmieron “en Él”, y en ese momento
sus cuerpos resucitarán transformados para reunirse en el aire con sus
almas y espíritus que ya estaban en el cielo (I Tesalonicenses 4:14).
Así pues, si nosotros pertenecemos a la generación que
experimentará el privilegio de no morir, en el momento del
arrebatamiento nuestro cuerpo será transformado en fracciones de segundo
y seremos reunidos en el aire con todos los cristianos que murieron
desde el Día de Pentecostés hasta ese momento.
Nuestro cuerpo será semejante al cuerpo de Cristo resucitado (Filipenses 3:20-21; I Juan 3:2).
Este arrebatamiento tiene que ser ANTES de lo que se conoce
como la Gran Tribulación (Mateo 24:21; Apocalipsis 6-19), pues Dios no
nos ha puesto para la ira (sus juicios en este tiempo sobre Israel y
sobre el mundo - Romanos 5:9; I Tesalonicenses 1:10; Apocalipsis 3:10).
El arrebatamiento podrá efectuarse o llevarse a cabo en el
momento en que el Anticristo firme un Tratado de Paz en el Medio Oriente
entre árabes y judios o, tal vez, meses o años antes a este evento.
De cualquier manera, en vista de que el arrebatamiento es un
evento inminente (en cualquier momento), el Señor Jesucristo nos exhorta
con estas palabras:
“Mirad también por vosotros mismos, que vuestros
corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de
esta vida, y VENGA DE REPENTE sobre vosotros aquel día.
Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.
Velad, pues, en todo tiempo orando que seas TENIDOS POR DIGNOS
DE ESCAPAR de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante
del Hijo del Hombre” (Lucas 21:34-36).
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